domingo, 7 de febrero de 2010

Catarsis brillante

Contra la puta oligarquía

¿La puta oligarquía nueva no es la que puede de un día para otro sacar dos palos verdes de su cuenta de trabajador del Estado y adueñarse de un hotel del que ya era dueño en el paraíso terrenal? ¡Ay! Si D’Elía sigue odiando a la puta oligarquía, ¿cuánto faltará para que le digan destituyente?

por Osvaldo Bazán
5/2/2010 - Crítica de la Argentina


El tipo fue, se hizo de dos palos verdes y se compró un hotel en el paraíso, vista directa a la maravilla, conexión sensorial inmediata con los mejores paisajes del mundo. El tipo es ahora amo de aquello que la sociedad capitalista contemporánea entiende como “excelencia”, “alta gama”, “gourmet”, “premium” o giladas así para cuatro o cinco gatos no tan locos y sus acompañantes. Los que se quedaron con todo(s), los que se estiran y ocupan casi todo el espacio en la mesa del banquete que tenía que ser para todos, son dueños o se hospedan en el hotel que encandila para demostrar, entre otras cosas, que la tienen más larga. O no, pero no importa, porque total pueden pagar la extensión que quieran. Y que a nadie se le ocurra poner en duda el asevero: si todos creemos que la tienen más larga, es evidente que la tienen más larga, así no la tengan, porque la tienen.

El tipo, dice, compró el hotel lujoso que da náuseas con dos palos verdes y encima se lo reprochan, qué barbaridad, que ni se pueden comprar dos palos verdes antes que venga la crisis, uno compra dos palos verdes y ya todos se ponen como locos; como decía la canción que cantábamos en las peñas: “¡A destituir! ¡A destituir!”… ah, era “a desalambrar”, cierto, bueno, se ve que falté a esa peña; dos palos verdes, qué le hace una lancha más al Tigre, dos palos verdes, mi drama es que estoy en blanco cuando en realidad debería hacer como todos, estar en negro y que no me jodan. Lo bueno es que se dice, lo bueno es que no hay doble mensaje. La Presidenta habló. Dijo: “El drama de estar en blanco”. Y ahí entendimos lo que significa “drama” para la presidenta de los argentinos. Drama no es que se te inunde hasta la peluca en Tartagal, que te achicharres en Cromañón, que te desalojen a las patadas, que te aplasten en rutas olvidadas. Drama es otra cosa: “Drama: lo que le ocurre al ex presidente millonario que está en blanco en un país hecho para estar en negro”. Pero si uno se detiene en estos pequeños lapsus no faltará el cartabierto que te tire con las grandes verdades reveladas del modelo, los números del bienestar del INDEC –hay gente para todo–, los juicios por la verdad y la falta de represión –como si no fueran presupuestos básicos y conquistas de toda la sociedad– y la costa llena como nunca y Carmen Barbieri contenta porque todas las noches pone el cartel de no hay más localidades y ¿no ves que sos funcional a la derecha?, te preguntan, como si un tipo desesperado por dos palos verdes para un hotel de lujo –dos palos verdes de una fortuna declarada de ¡70 palos verdes!– pudiera ser el líder de uno, diez, cien, mil vietcongs y toda la producción de pósters y remeras del Che de acá a diez años, ¡caracho!, ¿en qué país estamos viviendo? ¿Dónde vamos a ir a parar? ¡Mirá el lío que le hacen a un pobre tipo que hace 20 años trabaja para el Estado porque la juntó en pala! Pero pala de esas Caterpillar, de las que hacen rutas, será por eso que no hacen rutas, será que las Caterpillar las están usando para juntarla en pala. Y decí si no es un orgullo nacional ese hotel que cuesta un huevo de la cara, ese maravilloso refugio para extranjeros. La Argentina es un gran país para extranjeros, siempre y cuando esos extranjeros vengan de visita y con muchos dólares y euros o reales y en una semana recorran los miles de quilómetros que muchos argentinos no verán en toda su vida más que en el programa de Badía. No parece, sin embargo, taaaan bueno para extranjeros bolivianos o peruanos que vienen a trabajar de verdad de verdad y ahí andan los pobres, escrachados en América TV –de los otros ricos, claro, entre ellos, aunque disimulen, se entienden– porque a uno se le fue la mano con la cerveza. (¿Y qué pretendían? ¿Que se clavaran un bolufredo en el Starbucks?).

A nadie, a ninguno de los supuestos amigos de juventud del tipo, camaradas épicos de una época soñada, militantes del hombre nuevo, cartabiertos justificadores de todo, a ninguno se le ocurre la boludez supina de meterle en el hotel de 900 pesos la noche un hospital de niños. ¡Que se vayan al Sheraton! Todos esos negritos mocosos llenos de mocos que por suerte del INDEC cada vez son menos, menos, menos tan menos que ya no se ven. Eso es cierto. Ya no se los ve. El final del cuento podría ser hordas y hordas de chiquitos, quizás llevados por la mano sabia y generosa de Milagro Sala, a vivir al hotel. O quizás con dos palos verdes más, el tipo –dos palos verdes y lo que haga falta, claro– pueda hacer otros hoteles así, para felicidad de los niños, que, como todo el mundo sabe, si algo tienen es que son privilegiados. Talampaya. Las Cataratas, por qué no. El cañón del Atuel. Las Salinas Grandes. Los Esteros del Iberá. Chilecito, en coproducción. Y la ruta 40 y Tafí del Valle con todos los verdes más verdes del país del camino del Portugués. Y D’Elía contento odiando a la puta oligarquía que a esta altura, la puta oligarquía original, la de verdad, ya tiró la manteca al techo y está en bolas y a los gritos viviendo del recuerdo de alegrías pasadas. ¿La puta oligarquía nueva no es la que puede de un día para otro sacar dos palos verdes de su cuenta de trabajador del Estado y adueñarse de un hotel del que ya era dueño en el paraíso terrenal y declarar una belleza nacional como su lugar en el mundo? ¡Ay! Si D’Elía sigue odiando a la puta oligarquía, ¿cuánto faltará para que le digan destituyente? ¿De qué van a trabajar los de la Barcelona, ahora que la realidad les pasó por arriba?.

El tipo agarró dos palos verdes y mandó un mail para justificarse (la maravilla de sentir que mandaste el mail y ya está todo aclarado. Es como que te dejen por mensaje de texto. Ya no queda amor. La maravilla de que haya periodistas dispuestos a leerte el mail y listo. Lo dice el mail, es palabra de Dios). Quizás los dos palos verdes sean un vuelto, un ladrillo en la pared, un abrazo de oso, un beso de la muerte, un mirame y no me toqués, un tomala vo’dámela a mí.

O un viaje de ida. Hacia los setenta. No los años setenta. Los setenta palos verdes. ¡Hacia los setenta y más allá!

Droga pura, blancura total, nada de corte, no me hablen de paco.

Dos palos verdes.

Droga pura.

Mentirosa, como Di Caprio gritando en la proa del Titanic. Sí, Leo, ponele que fuiste el rey del mundo, pero te convertiste en cubito, rey del mundo. ¿Y de qué te sirvió?.

Poderosa, como Al Pacino asegurando que “siempre digo la verdad, hasta cuando miento digo la verdad”. Así te fue, Scarface.

Vanidoso, como Robert de Niro preguntándole al espejo: “¿Ar iú tóquin tú mí?”. Un loco increpando al espejo. ¿Qué te pasa, Travis, estás nervioso?.

Droga dura y pura, un viaje de ida, los palos verdes.

PD: Los hijos del proceso nos asomamos a los 70 en los libros. En mi caso, los tomos de La voluntad, de Caparrós y Anguita, y La pasión según Trelew, de Tomás Eloy Martínez, fueron los que más me impresionaron. De todo, lo que nunca olvidé, es a esos chicos de clase media y clase media alta que dejaron sus títulos universitarios, y a casi todos se les fue la vida en ello, y se mandaron a trabajar a las fábricas, a los frigoríficos, a los talleres, para entender de qué se trataba, para compartir la experiencia del pueblo. ¿Qué experiencia comparten hoy Néstor y Cristina? ¿Qué entienden? ¿Cómo es que estos millonarios presentan sus políticas como tributarias de aquellos sacrificados militantes? Dijo la diputada oficialista Diana Conti sin que se le cayera nada más que todo lo que ya se le cayó: “Peleamos contra factores muy poderosos y para animarse a eso hay que tener un patrimonio muy grande, hay que tener la vida ya hecha, saldada, saber que tus hijos, tus nietos, todos, no te van a poder reprochar por tu actividad política peleándote con el establishment”.

En el otro hotel de El Calafate del que también Néstor es dueño, Los Sauces, la habitación principal cuesta 1.500 dólares la noche. La decoró la presidenta Cristina en persona. Se llama Evita Perón, la suite.

Contra la puta oligarquía, claro.

1 comentario:

virgi dijo...

Permiso pero...muy injusto me parece, Agus. Muy injusto.(Aunque puedo comprender algunas críticas.) Me interesa debatir con todo aquel que tenga la cabeza abierta: frente a los millones de personas que estaban desocupadas y ahora tienen trabajo, frente a todos los chicos que NO se murieron porque bajó la mortalidad infantil durante los dos gobiernos K.(por dar un par de ejemplos que me constan más allá de las estadísticas) ... lo del hotel sinceramente me parece un dato menor. Qué hace cada uno de nosotros con sus ingresos? Los entregamos? No. Los usamos para vivir. Yo fui militante en los 70, lo reivindico y conservo muchos de aquellos principios...pero creo que era un error querer pelear desde un lugar diferente al nuestro, querer ser obreros cuando éramos estudiantes de clase media... Hoy creo que uno debe pelear desde su lugar, sin renegar de lo que es. Somos blancos, universitarios, no sabemos lo que es el hambre...Y hay quienes luchan por una sociedad sin excluídos y tienen plata... No me parece que eso invalide todo lo logrado (en muchas, muchas áreas) desde que asumió Kirchner hasta ahora. (Perdón por la extensión pero me parece que es importante hoy por hoy que podamos encontrarnos y escucharnos ... antes que "nos devoren los de afuera"). Con mucho cariño, Virgi