martes, 10 de noviembre de 2009

Una vez, y otra vez, y otra vez...

No voy a decir nada sobre la invasión de comentaristas moral e intelectualmente no autorizados que andan estornudando espásticas explicaciones sobre la ola de inseguridad (tal como ellos la llaman).

No lo haré porque ya lo hice una vez

y porque Barcelona, en su tapa del 6 de nov de 09, lo hizo maravillosamente bien: "Barcelona lamenta que, como ya se votó la Ley de Medios y la reforma política es un embole, haya vuelto la inseguridad".

domingo, 1 de noviembre de 2009

Hermosa versión

Me irrita

Que, después de usado un fósforo, lo vuelvan a guardar en la cajita.
Los pelos de mis gatas.
Que se corten las uñas en los colectivos.
El sobre empapelado de afiches de mi facultad.
El autoritarismo de cierta militancia.
Que no aprieten desde abajo la pasta dental.
Las máquinas de hacer y escupir humo.
Las cátedras desorganizadas.
Lavar los platos.
Nunca llegar con las monedas para el colectivo.
La gente que habla bajito.
La relación madre-hija de Girlmore Girls.
Los niños haciendo coros en las canciones.
Los peluchitos de ciertas capuchas.
La pegajocidad de la humedad.
Perder mis Bics favoritas.
Que se salga la sábana del colchón.
Silvina Escudero y Graciel Alfano.
Tener que caminar las seis cuadras que me separan del video para devolver las películas.
Saber que voy a dormir poco. Y no poder dormirme.
La gente que no sabe acomodarse en el colectivo y obstaculiza medio pasillo.
Que un café con leche en cualquier bar medio pelo salga no menos de 7p.

Uf, qué alivio!

Confusión

El ministro de Economía y Finanzas Públicas, Amado Boudou, participó hoy de un almuerzo en conmemoración del día del Jubilado en el Club Bernardino Rivadavia, en Haedo Sur.

Mientras tanto, se acaba de decretar la asignación no-universal por hijo (180p para hijos de desocupados o trabajadores en negro que no perciban ningún otro subsidio o plan familia), que va a ser solventada por los fondos del ANSES.

Algo de todo esto me hace ruido...

Está bien igual?

Parece que no alcanzaba con el banana clase media que se relajaba con el "tudo bom, tudo legal", aquél que evadió impuestos para que su empresita funcionara y gracias a gobierno nacional y popular pudo blanquearlos a todos.
No, no. Faltaba más.
Ahora obtuvo la licenciatura de bananoide. Porque, gracias al sistema regresivo de impuestos argentino, Don Carlos se ganó un auto (¿lo importante no era sacarle a los más ricos para que esas montañas de dinero fueran redistribuidas en la construcción de hospitales, escuelas...?).
Y por esta razón, organizó un conciábulo con sus empleados (uno similar al de la publi anterior, donde les daba la fresca y reconfortante noticia del blanqueo), donde les comunica la buena nueva del automóvil y los sorprende anunciando que va a sortearlo entre sus fieles trabajadores.

"Pero el viejo. Tiene dos años nomás"
(Le faltó el "joyita nunca taxi")
"Porque el nuevo queda para papito... "

Es como cuando te roban la billetera por la calle y un amigo/familiar te dice: "bueno, por lo menos no te lastimaron".


lunes, 12 de octubre de 2009

Mi canción de la semana

Feriado

Hoy, lavar el baño me entretiene más que estudiar...
¿Tiene sentido? ¿O estoy a un paso de hacerlme los ruleros en la peliquería más barata de Villa Crespo?

viernes, 18 de septiembre de 2009

Fantasmas

"Los hombres hacen su propia historia, pero no la hacen a su libre arbitrio, bajo circunstancias elegidas por ellos mismos, sino bajo aquellas circunstancias con que se encuentran directamente, que existen y les han sido legadas por el pasado. La tradición de todas las generaciones muertas oprime como una pesadilla el cerebro de los vivos. Y cuando éstos aparentan dedicarse precisamente a transformarse y a transformar las cosas, a crear algo nunca visto, en estas épocas de crisis revolucionaria es precisamente cuando conjuran temerosos en su exilio los espíritus del pasado, toman prestados sus nombres, sus consignas de guerra, su ropaje, para, con este disfraz de vejez venerable y este lenguaje prestado, representar la nueva escena de la historia universal. Así, Lutero se disfrazó de apóstol Pablo, la revolución de 1789-1814 se vistió alternativamente con el ropaje de la República romana y del Imperio romano, y la revolución de 1848 no supo hacer nada mejor que parodiar aquí al 1789 y allá la tradición revolucionaria de 1793 a 1795. Es como el principiante que ha aprendido un idioma nuevo: lo traduce siempre a su idioma nativo, pero sólo se asimila el espíritu del nuevo idioma y sólo es capaz de expresarse libremente en él cuando se mueve dentro de él sin reminiscencias y olvida en él su lenguaje natal."

Vuelta a la fuente.

XVIII Brumario de Luis Bonaparte

K. Marx


jueves, 30 de abril de 2009

Déjà vu

Desde la cárcel, Patti anunció su candidatura a diputado nacional.
Hace asi tres años escrbí esto para una materia de TEA...
Qué tristeza!

Una sociedad que se auto-patrulla

por Agu.
2006

El veto al ingreso de Luis Abelardo Patti a la Cámara Baja debería servir como un disparador para el planteo de por qué una parte de la sociedad elige, bajo un sistema democrático, a una persona que estuvo presuntamente involucrada en crímenes de lesa humanidad durante la última dictadura. Una explicación posible podría ser la persistencia de patrones autoritarios en los microcontextos sociales (escuela, trabajo, familia) debido a la pauperización de una educación que, en los últimos treinta años, no supo construir una conciencia colectiva. De esta manera, gran parte de la población argentina cae en el reduccionismo de pensar a la “mano dura” como la solución adecuada frente a la delincuencia.

En primer lugar, depositar en una persona autoritaria (Patti en este caso) la responsabilidad de mitigar la inseguridad a través de métodos represivos consiste en un mecanismo simplista que deja fuera de análisis las causas últimas que lanzan a las personas a la delincuencia (entre las que se podrían esbozar la desprotección estatal en cuanto a derechos de trabajo, salud, vivienda y educación). Este tipo de respuestas, entonces, son meras salidas cortoplacistas que, en lugar de resolver los problemas sociales-políticos-económicos de fondo, contienen provisoriamente conflictos que, tarde o temprano, emergerán nuevamente.

Ahora bien, el desconocimiento de los verdaderos factores que explican la existencia de la delincuencia resulta de un sistema educativo que no se preocupó por formar sujetos que se sientan y que, al mismo tiempo, reconozcan al otro como portadores de derechos. En tanto esto no suceda, el autoritarismo en los microcontextos continuará siendo una conducta habitual que se manifestará indefectiblemente en las instituciones democráticas. Éstas, que deberían ser garantes de los principios de igualdad, hacen eco del despotismo en lo que Michel Foucault denominó la microfísica del poder; es decir, en sus terminaciones capilares, en las manifestaciones cotidianas (entiéndase por esto a lugares como la escuela, el trabajo o la familia).

Si esto se tuviera en cuenta, el argumento del presidente del bloque de Diputados de la UCR, Fernando Chironi, para votar en contra de vetar el ingreso de Patti a la Cámara Baja, pierde consistencia. Chironi sostuvo que impedir la asunción del ex comisario sería limitar la legitimidad emergente del voto popular. Lo que el diputado parece olvidar es que esta legitimidad brota de la conciencia popular que las instituciones hayan sabido construir. Mientras que las escuelas públicas continúen con severos problemas, tanto programáticos como edificios; mientras se agudice la brecha entre los que más y los que menos tienen, condicionando el ingreso a la educación; mientras la Universidad de Buenos Aires continúe sumergida en una crisis, la legitimidad del voto popular ya está limitada, porque manifiesta un vacío intelectual, una pauperización de la conciencia colectiva.

En conclusión, la elección de Patti para que ocupe una banca en Diputados es un síntoma de la incapacidad, hasta ahora, de construir una conciencia colectiva que privilegie los espacios de reflexión por sobre las salidas simplistas y cortoplacistas. La democratización no debería implementarse solamente desde el Estado, sino que debería surgir también desde el interior de la sociedad “hacia arriba”.

jueves, 16 de abril de 2009

Mascotas

Por qué nos empecinamos en adoptar perros/gatos cuando sabemos que se van a morir antes que nosotros? Los incluimos en nuestras rutinas cotidianas, los cuidamos, los queremos, los dejamos dormir con nosotros en nuestras camas... todo esto sabiendo que vamos a tener que vivir su muerte. Es como una adopción masoquista.

Telegrama

Callao y Santa Fe. Señor sentado en una mesa de afuera de un bar. Justito en la esquina. Panza pronunciada. Tirando a los 60 años. Cucaracha en la bragueta. Cucaracha. Bragueta. Repito: Cucaracha del tamaño de una pelotita de ping pong reposando en su bragueta. Desagrado. Sigo caminando.

miércoles, 15 de abril de 2009

Mi merecido



De tanto reclamar el otoño, se ve que el verano se ofendió y, en su partida, me dedicó unas placas en la garganta (con fiebre, claro). Un verdadero rencoroso...

viernes, 27 de marzo de 2009

Cumpleaños



Me cago en las convenciones sociales.

(Y con esta declaración me cago también en mi carrera...)

Una más del montón. O no.

Yo: Hola, soy de prensa -no, no soy de prensa, no estoy acreditada y por lo tanto no tengo credencial alguna-, no tendrás dos entradas para pitosymatracas en cinepiringundín?

Chico de la mesa de entrada: Perá que me fijo -y saca un pilón gigante, en una actitud contraria al pronunciado amarretismo de los demás empleados del BAFICI macrista-. Acá tenés, en realidad sólo podría darte una, pero llevá las dos, no pasa nada.

Y así, como de repente, no sólo me convertí en una persona que ve películas balas, sino que también parezco aprender (algún) funcionamiento de la organización festivalera, gracias a los consejos de gente con amplia experiencia (léase, novio).
Oops... Todos tan posmodernos, tan coloresfluo y peloscononda... Yo sólo me robo entradas.

jueves, 26 de marzo de 2009

Brinca, brinca, palmas, palmas

Ju: La calle esnaola, no puedo mencionarla sin pensar en esnaolaesnaola, esnaola de jugar! y pensar en Xuxa (y creo no equivocarme cuando digo que a Maru le pasa lo mismo).


miércoles, 25 de marzo de 2009

Impulsos satisfechos


Caminaba con mi chico por Corrientes cuando encontramos de casualidad un sucucho (muy prolijo y pulcro, por cierto) en el que vendían discos de vinilo y libros. Ambos, extasiados. Un rato viendo cosas increíbles. Y otro rato. Y otro más. Hasta que encontré un ejemplar de "Nicaragua tan violentamente dulce". La elasticidad de mi piel era insuficiente para contener la sonrisa. Me tiraba a cara. "Señalo!". Y bueno, lo señamos. Impulso I. A principio de mes lo iremos a buscar. A veces está bueno reconocer el deseo, y cumplirlo.

Seguimos caminando. Entramos a un lugarcito a comer y me pedí unos ravioles fritos con pesto de rúcula. "Pedílos!". Impulso II. No estaban tan buenos, ni la salsa ni el queso rallado se adherían a la masa por la impermeabilidad de la fritura. Pero igual fui feliz: buenos impulsos, buenos empujones, buena noche.

Consejos terapéuticos


"Interpretación fuera de sesión es agresión"
(Gracias, Flor!!)

domingo, 15 de marzo de 2009

Cruzada contra Rial

Días de furia

por Facu y Agu
Marzo 2009

Lo que la discusión sobre la inseguridad ha ganado extensión mediática en los últimos días, lo perdió en profundidad. Medios, inclusión, garantismo: términos a incluir en el debate sobre la mano dura.

“Si bien algunos de ustedes pensarán que no vale la pena me veo en la obligación ciudadana de refutar a Sra. Gimenez. Es la otra voz, para evitar el monopolio de la reacción mediática vacía de contenido y llena de violencia”.
Florencia Arietto, presidente de la ONG Arde la Ciudad.

Mano dura vs mano blanda. Personas vs animales. Libertad de expresión vs apología del delito. Analistas vs panelistas. Crecimiento del país vs distribución de la riqueza. Al parecer, estamos acostumbrados a pensar en términos binarios, a oponer conceptos casi totalizadores. En pocas palabras: los buenos vs los malos. Ahora bien, este mecanismo del sentido común se torna peligroso cuando es legitimado desde voces legítimas (redundancia adrede). Porque la muerte del florista de Susana Giménez hizo estallar una cruzada mediática que, más allá de ¿problematizar? sobre la eficacia de la pena de muerte, revuelve una discusión más profunda (sociológica, psicológica, antropológica y hasta filosófica): ¿Qué implica ser “persona”?, ¿Qué cosas pueden traer como consecuencia que una persona deje de ser tal?, ¿Hasta dónde abarca el término de “gente”?.
La principal dificultad, entonces, radica en que esa discusión no está. Se perdió. Se la olvidaron. O hasta incluso se la pudieron haber robado... Quién sabe. Sin esa discusión (larga, difícil, agotadora pero infinitamente más productiva), los medios de comunicación se distraen con chichoneos alrededor de la pena de muerte, acentuando las construcciones binarias que se acercan más a discusiones de camarines que a debates parlamentarios.

La primicia
A Susana le mataron al florista. A Susana se le ocurrió pensar que “el que mata tiene que morir”. A Susana le pusieron cámaras y micrófonos. Estallido. Porque Susana es Susana, y no simplemente la jefa del florista. Y en esta escena se establecen dos grandes responsabilidades: la del emisor (la diva) y la del canal (los medios masivos de comunicación).
Primero. Giménez, si bien para el Estado de derecho tiene las obligaciones y derechos de cualquier hijo de vecino, como persona mediática, referente popular y conductora archi famosa, es acreedora de un capital simbólico que la despega de los ciudadanos “comunes”. La Sú no sólo piensa: habla y se pone adelante “del pueblo”. Enarbola una violenta bandera casi incitando a la justicia por mano propia. Como señaló el sociólogo Pablo Alabarces: “Susana dijo textualmente “terminen con los derechos humanos y las estupideces”. Y entonces transpone un límite que la lleva rápidamente a reclamar la pena de muerte –una obviedad esperable– y también a la barbaridad casi delictuosa de “si no lo hacen ellos tendremos que hacerlo nosotros”. En definitiva: Susana acaba de convocar a la cruzada de los ciudadanos armados dispuestos a matar chorritos, a la violación inclaudicable de todos los principios del Estado moderno.”
Pero bueno. Se supone que ella habló desde el dolor (y por eso se le perdona la apología del delito que cometió desde la puerta de su casa). Desde el dolor y la ignorancia porque, como bien dijo el ministro de Justicia y Seguridad, Aníbal Fernández, “Susana no sabe de lo que habla”. Y no tiene por qué saberlo, porque es conductora de televisión y no funcionaria pública. Tal vez el problema está en que haya hablado, y entonces…
Segundo. En una repetición morbosa de lo policial, los medios de comunicación calentaron pantallas, páginas y diales no sólo con las declaraciones de la blonda: al festín se sumaron Marcelo Tinelli, Moria Casán, “Cacho” Castaña, Gerardo Sofovich, “El Facha” Martel y vedettongas bronceadas de la temporada en Mar del Plata y Carlos Paz. Los programas de la tarde se transformaron en improvisados espacios de análisis de lo social y, justamente por improvisados (e incapacitados), no hay debates. En su lugar, una larga procesión de famosos que vomitan sentencias. Llamativamente, la discusión no se trasladó a los programas políticos, y tras algunos llamados de los televidentes se fue instalando que “el pueblo” quiere la pena de muerte. Sin embargo, en una encuesta realizada por la Universidad Torcuato Di Tella (y publicada en Ámbito Financiero), sólo el 2,6 por ciento de los argentinos apoya esa medida. En conclusión, la culpa no (sólo) es del chancho, sino del que le pone un micrófono adelante.

Garantismo, inclusión, delincuencia
Debate. Cuando los grandes medios de comunicación de nuestro país comenzaron a emitir distintas opiniones de los famosos, hablaron de debate. Se adjudicaron el haber instalado el debate sobre la inseguridad. Sin embargo, el recorte no excedió nunca lo de la pena de muerte, y eso de matar al que mata se quedó ahí, se regocijó con ello. Bueno, cuando la propuesta que uno aporta a la supuesta conversación es una sentencia de muerte hacia otro individuo, no existe el debate: “Lamento que en un país que todavía drena sangre por sus cloacas, pidan sangre, cualquier similitud con el terrorismo de estado, es pura coincidencia”, sostiene Arietto.
Tampoco se puede sostener ninguna construcción cuando se desconoce no a la persona que se tiene al lado, sino que directamente lo desconoce como persona. No es. ¿Qué es? ¿Qué son los que matan? ¿Infrahumanos que naturalmente nacieron con la necesidad intrínseca de matar? ¿Son zombies hambrientos de cerebro y sangre?. “Una parte de nuestras clases medias y altas están dispuestas a tolerar otra masacre represiva a cambio de su tranquilidad”, asegura Alabarces.
Esa parte pone en discusión si los derechos humanos deben ser de la gente y no de los delincuentes, y quizás aquí se instala el planteo más peligroso: “Esa opinión es de por sí grave, y debiéramos ser más enfáticos en condenarla: la frase afirma (ni siquiera presupone: es explícita) que los “delincuentes” no son “gente”, y eso implica que están fuera del género humano –y por eso mismo no debieran tener derechos. O quizá revela lo que se quiere decir cada vez que se usa la palabra “gente”: se quiere decir “yo”, y el que no es como “yo” se queda afuera de la descripción”, completa el sociólogo.
“¿Por qué serán tan nabos? Se creyeron que podían convertir a la Argentina en un país realmente tercermundista sólo para lo que les convenía. Se creyeron que podían construir una sociedad con miseria, un tercio de excluidos, escuelas devastadas, hospitales vacíos, millones de jóvenes sin nada que hacer, y tasas de criminalidad escandinavas”, sostiene el escritor Martín Caparrós, y pretende instalar otro eje en la discusión sobre seguridad. ¿Se puede garantizar la seguridad individual cuando no existe la seguridad social? Y por otro lado, ¿cuánto sentido tiene darle más poder a una institución como la policía, que todos los días demuestra sus infinitas conexiones con el delito?
“La polémica entre mano dura y garantismo es importada del mundo desarrollado. Nadie puede garantizar mano dura si las instituciones que tienen que dar seguridad están atravesadas por el delito. La penitenciaría es casi un posgrado en materia delictiva, y la justicia, en el caso nuestro, ha visto interrumpido su proceso de democratización cuando la renovación quedó simplemente en el cambio de la corte suprema”, comenta el diputado nacional por Buenos Aires para Todos, Claudio Lozano, para profundizar los cuestionamientos. Y sigue: “Nadie puede plantear el garantismo social cuando no podemos ofrecer condiciones dignas al conjunto de la sociedad, todavía en Argentina hay 14 millones de pobres.”
Ni la falta de educación, tampoco el hambre o la expulsión, ni siquiera la injusticia, el racismo y el hambre son obra de la magia o la causalidad inevitable: “Hemos sometido a nuestras clases populares de una forma que no tiene parangón, porque se trata de un retroceso terrible sobre los niveles tolerables de integración que nuestra sociedad tenía hace treinta y cuatro años”, concluye Alabarces.

¿Qué hacer?
Cuando la inseguridad es desarraigada, cuando es tratada como un objeto individual sin conexión con diversas y complejas variables de la realidad social, los que aparecen como responsables (ladrones, asesinos, pungas, violadores) son des-personalizados. Por eso, desde esa concepción, merecen entonces no tener vida.
Ahora bien, existen otros lugares de análisis, que plantean soluciones diferentes. Como Arietto, que lamenta que se intente combatir la violencia con más violencia. O, por su parte, Lozano, quien sostiene que más allá de la necesidad obvia de acabar con la desigualdad, el hambre y la pobreza, es imprescindible avanzar en la depuración y democratización de las instituciones policiales. Además: “La sociedad debería organizarse por zonas para poder discutir de manera comunitaria qué hay que hacer en materia de seguridad y construir un mapa del delito”, propone.

Comunicación

De 30 y tantos grados pasamos a los 20.
El verano me escuchó? Se habrá ofendido?

jueves, 12 de marzo de 2009

Me aburrí...


... del verano.

Obviedades, lo sé. Pero es que tanto calor me achicharra los rulos. Y no sólo eso. Se me inflan los pies, me transpiran los codos y se me apaga el humor.

Soy casi fan de las media-estaciones (no lo soy legalmente porque no pertenezco a la Facebook-community...). Supongo que tiene que ver con mi ser-agu: términos medios, tendencia al equilibrio y la estabilidad, miedito a la radicalidad.

En fin, la cuestión es que incluso hacia adentro de mis preferencias tengo objeciones. La primavera, si bien a nivel climático me entusiasma, en un plano anímico me desespera. Es como que hay que ser feliz: la estación del amor balístico, las florcitas anunciando alegría y la no-manifiesta imposición de la felicidad. Como si la cercanía al verano fuera motivo suficiente para estar contentos. Tanto optimismo, insisto, me desespera.

En cambio el otoño es menos pretencioso y, por eso, más disfrutable. Llueve mucho, sí. Pero uno ya está preparado. Las hojas forman un colchón que embarra la vereda y eso me divierte bastante. Ni hablar de la ropa: bufandas al poder!

jueves, 8 de enero de 2009

Teoría aplicada

Ya lo sé. Es muuy largo. Pero posta que vale la pena.

“Plomo fundido” sobre la conciencia judía

por León Rozitchner
Página 12. 4/1/2009

“Si nosotros nos revelamos incapaces de alcanzar una cohabitación y acuerdos con los árabes, entonces no habremos aprendido estrictamente nada durante nuestros dos mil años de sufrimientos y mereceremos todo lo que llegue a sucedernos.”
Albert Einstein, carta a Weismann, 1929.

¿Recuerdan cuando hace dos mil años los judíos palestinos, nuestros antepasados en Massada sitiada, enfrentaron las legiones del Imperio romano y se suicidaron en masa para no rendirse? ¿Recuerdan la rebelión popular y nacional de nuestros macabeos contra la invasión romana, cuando murieron decenas de miles de judíos y se acabó la resistencia judía en Palestina y nos dispersamos otra vez por el mundo? ¿No piensan que esa misma dignidad extrema que nuestros antepasados tuvieron, de la que quizá ya no seamos dignos, es la que lleva a la resistencia de los palestinos que ocupan en el presente el lugar que antes, hace casi dos mil años, ocupamos nosotros como judíos? ¿No se inscribe en cambio esta masacre cometida por el Estado de Israel en la estela de la “solución final” occidental y cristiana de la cuestión judía? ¿Han perdido la memoria los judíos israelíes? No: sucede que se han convertido en neoliberales y se han cristianizado como sus perseguidores europeos, que, luego de exterminarlos, empujaron a los que quedaron vivos para que se fueran a vivir a Palestina con el terror del exterminio a cuestas.

El meollo de la actual tragedia está en la Shoá. Si la memoria de su pasado define el sentido histórico que marcó el “destino” del pueblo judío, donde se van hilando las cuentas de nuestro derrotero, y si el acto final en el que culmina ese destino convoca a los judíos israelíes a aniquilar la resistencia de otros pueblos inocentes, algo del sentido histórico ha desaparecido de la memoria de los israelíes. ¿Puede ser invocada la Shoá sin ser infieles a los desaparecidos, cuando al mismo tiempo el sentido completo de ese acontecimiento monstruoso ha quedado oscurecido? ¿Cómo podríamos “hacer memoria” si la construimos con los únicos recuerdos de nuestro pasado que los culpables europeos del genocidio nos autorizan? Es cierto: si los israelíes recuerdan todo, pierden a sus aliados. Porque la memoria de la Shoá que llevó al retorno a una tierra perdida hace mucho tiempo tendría que volver a ser pensada.

Lo primero a recordar: nuestros perseguidores históricos no fueron ni son los palestinos. Nuestros perseguidores estaban y siguen estando en las naciones de cultura europea que nos expulsaron y masacraron, y sin embargo son ellos los que siguen marcando el destino de todos nosotros, sobre todo de los judíos israelíes. ¿Será por eso que se busca olvidar a los verdaderos culpables de la Shoá? Los israelíes ya no se preguntan por el pasado bimilenario judío. Nunca los judíos, salvo excepciones, acusan del exterminio judío a la religión cristiana y a la economía capitalista que produjeron necesariamente la Shoá, como la conclusión de un silogismo que se venía desarrollando en Europa cristiana desde su mismo origen, como si el nazismo hubiera sido sólo un accidente sin antecedente en la historia europea y todo comenzara con Hitler. ¿No será que luego de la Shoá ustedes, los descendientes de los judíos europeos asimilados, se aliaron luego con los exterminadores en un pacto oscuro que el terror dictaba, y volvieron ahora todos, de cierta manera, a ser judeo–cristianos? Porque seamos honestos: el Tercer Reich se ha prolongado en el 4º Reich del Imperio norteamericano. Es claro: prefieren no saberlo porque el Estado de Israel está –nosotros los judíos latinoamericanos sí lo sabemos– al servicio del poder cristiano–imperial de los EE.UU. ¿O van a creerse que los EE.UU. y Europa combatieron al nazismo para salvar a los judíos? ¿Por qué ahora habrían de seguir persiguiéndolos si mantienen lo que tienen de judíos congelado sólo en lo arcaico religioso? Pero ¿no les dice nada pasar a ocupar ahora el lugar impiadoso, como brazo armado de los poderosos capitalistas cristianos, contra una población civil asediada y asesinada por osar defenderse contra la expropiación ilimitada de un territorio que debía ser compartido?

Recordemos. Karl Schmitt, filósofo católico del nazismo, había puesto de relieve lo que la hipocresía democrática ocultaba: la categorías políticas son todas ellas categorías teológicas. Es decir: la política occidental (democrática y capitalista) tiene su fundamento en la teología cristiana. Es notable: Schmitt coincide con lo que Marx joven decía en Sobre la cuestión judía: el fundamento cristiano del Estado germano se prolonga como premisa también en el Estado democrático.

Y si la política occidental al desnudarse muestra su fundamento teológico oculto, sin el cual no hubiera habido capitalismo, entonces toda política de Estado capitalista era antijudía, porque ése era el escollo que el cristianismo había encontrado para consolidarse como religión universal. No contra los judíos cristianizados que, como ustedes en Israel, apoyan esa política, es cierto. Ustedes tienen de cristianos, sin saberlo, lo que ocultan en su propia memoria al ocultar que la Shoá como “solución final” fue un exterminio teológico (cristiano) político europeo. Schmitt la tenía clara. Lo que el sutil filósofo alemán católico necesitaba activar, en momentos de peligro extremo para el cristianismo y el capitalismo frente a la amenaza de la Revolución Rusa y las rebeliones socialistas, era el fundamento cristiano escondido en la política: el odio visceral y alucinado religioso antijudío para que en Europa reverdeciera con toda intensidad el fundamento grabado durante siglos en el imaginario popular cristiano. Y con ese vigor arcaico reverdecido pudieran enfrentar la amenaza revolucionaria del judeo–marxismo.

Por eso, frente a la apariencia liberal de la política democrática como una relación “amigo-amigo”, el fundamento de la política nazi extremaba las categorías de “amigo–enemigo” que Schmitt vuelve a poner de relieve en el “estado de excepción” como la verdad oculta de la democracia: el único enemigo histórico cuando entra en crisis el fundamento social europeo son nuevamente los judíos. En 1933, frente a la amenaza del socialismo tildado quizá con cierta razón de judío, resurgía para muchos europeos todo su pasado y encontraban en los judíos el fundamento más profundo de lo más temido para su concepción cristiana: las premisas judías de un materialismo consagrado, no meramente físico cartesiano como la economía capitalista requería. Por eso Schmitt vuelve a desnudar las categorías fundantes adormecidas que la teología católica mantenía vivas: volvía al fundamento religioso de la política cristiana del Estado democrático para enfrentar el peligro del “comunismo ateo y judío”.

Sucede que en ese momento los judíos laicos formaban parte de la creatividad moderna que en Europa alimentó el pensamiento político y científico: eran rebeldes todavía, no como tantos de ahora, y por eso Marx de joven pensaba que los judíos, una vez superada su etapa religiosa y se hicieran laicos prolongando la esencia judía más allá de lo religioso, podrían pasar a formar parte activa de la liberación humana.

Y cuando al fin los europeos creían haber logrado en el siglo XIX la universalización del cristiano–capitalismo que se expandía colonizando a sangre y fuego el mundo, aparece otra vez el materialismo judaico como premisa del socialismo, que no es físicamente metafísico sino que parte de la Naturaleza como fundamento de la vida del espíritu humano. Tiemblan entonces en Europa los fundamentos cristianos de la política y de la economía: un nuevo fantasma la recorre y se manifiesta en una teoría judía revolucionaria. De lo cual resulta que en momentos de crisis Hitler sólo representó, en términos estrictamente religiosos, culturales y políticos, el temor de toda la cultura occidental ante los comunistas y los judíos como los máximos enemigos de ambos, ahora renovados: del capitalismo y del cristianismo. El racismo de los nazis –esa “teozoología política”– no es más que el espiritualismo cristiano secularizado que el Estado nazi consagró laicamente en las pulsiones de los cuerpos arios.

Una vez aniquilados los millones de judíos –como luego fueron arrasando y aniquilando con la misma consigna a millones de soviéticos “judeo-comunistas”– el impacto aterrorizante de la “solución final” hizo que los judíos casi nunca, salvo muy pocos, se atrevieran a señalar a los verdaderos culpables del genocidio (como pasó entre nosotros con los genocidas). Con la derrota de los nazis como únicos culpables –según cuenta la historia de los vencedores– desapareció en Europa la historia de los pogromos y las persecuciones cristianas medievales y modernas que nos aterraron durante siglos: la de los franceses tanto como la de los italianos, los españoles, los polacos y los rusos mismos. Sólo los nazis alemanes fueron antijudíos.

Los judíos cristianizados por el terror del cristiano-capitalismo en Europa luego de la Shoá buscaron su “hogar” fuera de Europa: se instalaron en Palestina, como si el reloj de la historia, ahora teológica, se hubiera detenido hacía dos mil años. No se dieron cuenta de que la mayoría de los judíos que volvían a Israel no eran como nuestros antepasados que se habían ido: los descendientes de los defensores de Massada o de los macabeos. Buber, Gershon Scholem y tantos otros sí lo recordaban. Nadie quería que nos volviera a pasar otra vez lo mismo, es cierto; pero en vez de enfrentar y denunciar a los verdaderos culpables del genocidio –que ahora nos apoyaban para que nos fuéramos para siempre de Europa y termináramos nosotros mismos la etapa final democrática de la “solución final” judía que ellos comenzaron– los israelíes terminaron sometiendo a los palestinos como los romanos, los europeos y los nazis lo hicieron antes con nosotros. Pero primero tuvieron que vencer la resistencia de nuestros pioneros socialistas.
Los israelíes, apoyados ahora por el Imperio cristiano–capitalista que los había perseguido, crearon también en Israel un Estado teológico, pero la “parte” secularizada dentro de ese Estado judío siguió siendo la del Estado cristiano. Volvieron como judíos para culminar en Israel la cristianización comenzada en Europa: mitad judíos eternos en lo religioso, mitad cristianos secularizados en lo político y en lo económico. Por eso ahora en Israel el Estado mantiene la economía neoliberal capitalista y cristiana sostenida por los religiosos judíos sedentarios, detenidos en el tiempo arcaico de su rumiar imaginario. Y por el otro lado los iraelíes son neoliberales en la política y en la economía y en la ciencia “neutral”, cuyas premisas iluministas son cristianas. Mitad judíos en el sentimiento, mitad cristianos en el pensamiento.

Y por eso quieren que todos, también aquí y ahora, seamos como ellos: judeo-cristianos como el rabino Bermann, avalado por el cardenal Bergoglio, o judíos–laicos como Aguinis, neoliberal letrado avalado por el obispo Laguna. O como los directivos de la AMIA, que tienen la potestad de determinar si soy o no judío. Si soy judío “progresista” y no me secularicé como cristiano, entonces no soy judío, no podré aspirar a ser enterrado en un cementerio comunitario porque me faltaría la parte cristiana de mi ser judío. Pero judíos–judíos, esos que prolongan en lo que hacen o piensan los valores culturales judíos, quedan al parecer muy pocos, aunque sean muchos los que leen hebreo o reciten kaddish en la tumba de sus padres. Todos están aureolados con la coronita del cristiano-capitalismo que al fin los ha vencido por el terror cristiano luego de dos mil años de resistencia empecinada: convertidos ahora al “judeo-cristianismo”.

Por eso la creación del Hogar Judío en Palestina tiene un doble sentido: la “solución final” europea tuvo éxito, logró su objetivo, el cristianismo europeo se desembarazó de los judíos y muchos de los que se salvaron se fueron de Europa casi agradecidos, sin querer recordar por qué se iban y quiénes los habían exterminado. La Europa cristiana y democrática se había sacado el milenario peso judío de encima. Pero mis padres, que llegaron a las colonias judías de Entre Ríos, sí lo sabían.

Todos los judíos estamos pagando esta inmerecida transacción, ese “olvido” del Estado de Israel, al que seguramente se habrían negado los defensores del Ghetto de Varsovia, que murieron, ellos sí, sabiendo quiénes eran los responsables políticos, económicos y religiosos –estaban a la vista–- como los millones de judíos europeos que murieron en los campos de exterminio. Los judíos que vinieron luego, esos que estamos viendo, no quisieron ni pensar a fondo en los culpables: se unieron a los poderosos y saludaron alborozados que el socialismo stalinista antisemita se derrumbara arrastrando al olvido al mismo tiempo, como si fuera lo mismo, la memoria de los pioneros judíos revolucionarios asesinados por Stalin. Por eso sus sueños mesiánicos dependen ahora únicamente de los cristianos y del capitalismo para poder realizarse. Sólo tenían que hacer una cosa: permutar al enemigo verdadero por un enemigo falso.

Estamos pagando muy cara esta conversión judía. Los israelíes, ya vencidos en lo más entrañable que tenían de judíos históricos, se han transformado en la punta de lanza del capitalismo cristiano que los armó hasta los dientes para enfrentar el mayor y nuevo peligro que tiene el cristianismo: los mil millones de musulmanes que pueblan el mundo. Pero ni los musulmanes ni los palestinos fueron los culpables de la Shoá: los culpables del genocidio son ahora sus amigos, que los mandan al frente.

Y aquí cierra la ecuación política amigo-enemigo de Karl Schmitt. Antes, hasta la Segunda Guerra Mundial, el fundamento teológico de la política era “amigo/cristiano–enemigo/judío”. Ahora que los judíos vencidos se cristianizaron como Estado teológico neoliberal la ecuación es otra: “amigo/judeocristiano–enemigo/musulmán”. ¿Este es el lamentable destino que Jehová nos reservaba a los judíos? Porque de lo que hacen ustedes en Israel depende también el destino de todos nosotros.